jueves, 13 de octubre de 2016

La 'vera icone' de la oligarquía



Verónica Pérez es diputada en el Parlamento de Andalucía y secretaria general del PSOE de Sevilla, según afirman diversas voces acreditadas. Y la voz de esta misma persona, de Verónica Pérez, acreditada o no, se erigió hace muy pocas fechas como "la máxima autoridad" del artista anteriormente conocido como Partido Socialista Obrero Español a las puertas de Ferraz 70, en uno de esos días en los que uno no sabe si está asistiendo a la realidad -"la vida en directo", dicen- o a una tragicomedia cinematográfica con sus guionistas, su claqueta y su "¡cooorten!". ¡¡Berlanga, cuántas veces te hemos mentado y añorado últimamente...!!

A pesar de todo Verónica Pérez, digo, también es una persona, según afirman diversas fuentes; una persona con sus anhelos, sus desvelos y en definitiva, con su vida de persona humana. La mayoría nos hemos enterado de su existencia como persona gracias al (por culpa del) circo que montaron los mal llamados 'críticos' del artista anteriormente conocido como Partido Socialista Obrero Español (en adelante, AACC-PSOE.), pero, insisto, Verónica Pérez existía ya de antes, desde hace 38 años. Yo tengo 39, de modo que vengo existiendo un año más.

Sin entrar en pormenores privados que no nos interesan, me pregunto, ¿cómo ha vivido hasta hoy la que, por unos días, fue la máxima autoridad del AACC-PSOE? De esto nos han llegado interesantes datos a través de un revelador artículo en Sueldos Públicos. Mientras lo leía no he podido evitar (tampoco tenía por qué evitarlo) hacer repaso mental de mi propia trayectoria laboral.

Verónica Pérez ocupa cargos públicos desde 1999, el mismo año en el que un servidor trabajó durante el verano en un Burguer King, tras haber aprobado con bastante solvencia el tercer curso de la licenciatura en Historia del Arte. Con la manutención asegurada por mis padres -siempre gracias, maere y paere-, quise ahorrar para poder comprarme un ciclomotor que costaba 205 mil pesetas, una Suzuki Address gris muy bonita. Sin embargo, la mayoría de mis compañeros en el Burguer King eran mayores que yo y tenían en aquel sueldo su única fuente de ingresos; tenían hijos, responsabilidades, hipotecas. En aquel establecimiento de comida rápida yo cobraba unas 90 mil pesetas al mes -quinientos y pico euros-, de modo que cumplí mi objetivo a mediados de septiembre de 1999.

Un par de años antes de mi incursión en el 'fast food' -'crap food'-, Verónica Pérez ya tenía un cargo orgánico en el AACC-PSOE, partido al que suponemos que se afilió por tener algún tipo de afinidad ideológica y no porque cruzar sus puertas supusiera un medio de vida, como cruzaban las puertas del Burguer King mis compañeros de trabajo en el verano del 99. Cuando Pérez emprendió 'su empresa política' -abandonando sus estudios de Económicas, según otro artículo de La Vanguardia-, yo empecé a trabajar en el campo durante el verano -sin dejar mis estudios de Historia del Arte- con el mismo fin con el que después curré en el Burguer: ahorrar y aligerar mi peso en la familia. Remarco esto porque también en el campo tuve compañeros cuyo único sustento era su salario por fumigar limoneros. Por ejemplo, recuerdo a un argelino muy dicharachero que era licenciado en Derecho, pero que tuvo que dejar su país ante la falta de oportunidades.

Verónica Pérez fue elegida diputada en el Parlamento de Andalucía en 2004. En aquellas fechas yo ya era licenciado en Historia del Arte y también había terminado la diplomatura de Turismo mientras curraba como repartidor de pizza. Luego estuve un año trabajando como recepcionista en un hotel. Cobraba 850 euros al mes y hacía todo tipo de turnos: noches, mañanas y tardes, pero sobre todo noches -desde la medianoche hasta las ocho de la mañana-. Ese año 'pringué' en todos los festivos imaginables, incluyendo Navidad y Año Nuevo. También allí había gente que tenía en el hotel su único sustento, y para mí ya empezaba a serlo. En 2004 me compré un piso y contraje matrimonio con mi novia. Al final tuve tres trabajos en el mismo año: cambié del primer hotel a otro, y luego de ese otro hotel a un museo, donde ejercí como educador y guía.

Desde 2004 hasta hoy, Verónica Pérez ha seguido ocupando cargos públicos y orgánicos, imagino que percibiendo por cada uno de ellos una suculenta retribución. Por mi parte, en este tiempo he tenido muchos empleos en diversos museos, he estudiado Periodismo y he traído al mundo a dos pequeñas personas. En 2014 emprendí un negocio como autónomo, y pude comprobar en mis turgentes carnes todo lo que se dice de esa dolorosa condición en la que se funden la persona y la empresa, con una carga fiscal despiadada y con los relojes como elementos de decoración, porque no existen los horarios.

Según Sueldos Públicos, Verónica Pérez tiene hoy un salario de 40.000 euros netos al año -es decir, tres años y medio de trabajo de quien tenga la suerte de ser mileurista y de tener un contrato tan largo-. Yo jamás he llegado a cobrar al mes ni siquiera el pico del sueldo mensual de Verónica Pérez, pero mi caso, siendo 'el más cercano a mí mismo', es jauja comparado con el de algunos de los compañeros con los que he compartido muchas horas de curro y que tenían historias personales muy duras; compañeros a los que rara vez les faltaba una sonrisa, debo añadir.

Mi caso, insisto una y mil veces, es maravilloso: nunca he cobrado mucho pero tampoco me ha faltado el trabajo. He estudiado lo que he querido, he acumulado muchas experiencias, me he enriquecido día tras día y he tenido tiempo para reírme y para viajar y para tomar cervezas. Además me siento muy afortunado porque más allá de algún que otro susto, no me ha faltado la salud, ni tampoco el amor ni el cariño. Quiero decir que este relato paralelo entre la persona conocida como Verónica Pérez y la mía no está construido ni muchísimo menos desde la envidia; en todo caso, lo está desde la pena. Soy muy afortunado, y creo que las personas que han tenido la trayectoria profesional de Verónica Pérez no lo son tanto.

En alusión a su nombre, la exmáxima autoridad del AACC-PSOE es la Verónica de la casta, la 'vera icone' de la oligarquía; la verdadera imagen de un mundo alejado de la realidad, de una dimensión paralela y supraterrenal desde la que difícilmente se puede gestionar nada pensando en el bien común. Difícilmente se puede gestionar nada, para mejor decir. En todo caso se puede ejercer como peón en una estructura de poder donde el fin y el medio son eso mismo, el poder. Como los dioses de la mitología griega, los oligarcas -los grandes y los de medio pelo- son egoístas y egocéntricos y tienen mucho tiempo libre, tiempo que malgastan en sus cuitas y sus luchas intestinas.

A los que aún nos regimos por los parámetros ideológicos de izquierda y derecha, este tipo de cosas nos dejan muy descolocados. Decimos que la izquierda siempre decepciona porque sobre ella se tienen muchas expectativas y porque sus votantes y militantes son críticos; porque no se tragan cualquier mierda. De otras opciones podemos esperar algo así, pero de un partido que se diga de izquierda, no. El AACC-PSOE está en manos de la oligarquía desde que la socialdemocracia fue seducida por el neoliberalismo de Thatcher y Reagan -no sólo la socialdemocracia española-, y en todos estos años ha dado chispazos de izquierda y rampazos de derecha.

Por eso, el debate que ahora lo está fracturando es sobre todo ideológico y para nada táctico, en contra de lo que afirman sus 'gestores'. Este debate tenía que llegar algún día y por el bien del propio partido. Si el AACC-PSOE quiere ser mejor PSOE de lo que nunca fue, es el momento de que la militancia lo tome y aparte a quienes son capaces de situarse sin rubor ante un micrófono y autodenominarse "la máxima autoridad del PSOE"; que la gente que cree en el socialismo prescinda de la deformación grotesca de la realidad en la que han convertido al PSOE; que sus militantes jubilen a la verdadera imagen de la oligarquía.


Para acabar, un rock dedicado al AACC-PSOE:



Crisis de valores y de sistema.