martes, 29 de mayo de 2012

"La pintura no soluciona los problemas pero crea belleza"

Entrevista al pintor Antonio "Nono" García


Que una persona pueda hacer lo que más le gusta y que además se gane la vida con ello, se podría considerar un privilegio, pero en el caso del pintor Antonio “Nono” García (Mula, 1972) la palabra privilegio no tiene el sentido de prebenda caída del cielo y obtenida sin esfuerzo. Y menos en los tiempos que corren. Antonio habla con naturalidad -y con cierta timidez- de su pasión, que es a la vez su trabajo, y también de su próxima exposición individual.


Pregunta. La semana que viene pone rumbo a Asturias.
Respuesta. Sí, inauguro el jueves 24 de mayo en la Galería Cervantes de Oviedo. Expuse allí en 2008 y ahora he ido aplazando la nueva exposición porque tenía otros proyectos.

P. Buena señal, con la que está cayendo. Y quizá más en el arte.
R. Con la crisis, ésto es como una criba en todas las profesiones y algunos se van quedando en el camino. A todos nos está costando mucho, y cuando hablo con otros pintores, coincidimos en que estamos trabajando y exponiendo el doble para ganar la mitad. Aquí la cosa está peor, pero tengo la suerte de trabajar con muchas galerías de fuera de Murcia.

P. ¿Cómo lleva conjugar su forma particular de expresar en la pintura, con el hecho de tener que vender cuadros para vivir?
R. Nunca he tenido ese dilema. Siempre he dicho que tengo la suerte de pintar lo que me gusta, y lo que pinto gusta al público en general. Evidentemente, no puedo gustar a todo el mundo, pero mis cuadros se venden bien y me permiten vivir de la pintura sin necesidad de forzar temas más comerciales.

P. ¿Cuándo comenzó a vivir sólo de la pintura?
R. Desde 2003. Antes trabajaba en El Corte Inglés vendiendo equipos de música. Lo dejé para dedicarme a pintar y me fue bien. Llevaba dos años conjugándolo con mi trabajo para una galería de arte, y por entonces la pintura ya me daba satisfacciones.

P. No fue un salto al vacío.
R. No, ya lo vendía casi todo en las exposiciones y había comprobado que funcionaba.

P. ¿Cómo reaccionó su familia? ¿Se llevaron un disgusto sus padres?
R. Yo ya estaba casado, y mi mujer siempre me ha apoyado mucho porque es joven y lo entiende más, pero decírselo a mis padres me imponía bastante. Para la gente mayor, eso de dejarte un trabajo fijo para dedicarte a la pintura.... Y me sorprendió. Cuando se lo conté a mis padres, me apoyaron igual que mi mujer.

P. ¿Cómo sintió la llamada de la pintura? Algunos artistas lo relacionan con el destino o con algún hecho traumático...
R. En mi caso, desde crío me recuerdo dibujando y participando en concursos en el colegio. Los críos son muy creativos, y algunos luego derivan hacia otras cosas como el deporte, pero yo seguí pintando hasta que me di cuenta de que la pintura me podía dar más satisfacciones; que podía ser más que un hobby y convertirse en mi oficio.

P. La pintura y usted se encontraron mutuamente.
R. Realmente yo me encontré con la pintura; cuando me vine a dar cuenta, ya me dedicaba a esto. No es que me propusiera que tenía que ser pintor a toda costa. Trabajaba en otras cosas pero la pintura siempre estaba ahí, en un segundo plano. No era mi sustento pero era lo que más disfrutaba.

P. Fue una cosa natural.
R. En mi vida todo ha sido así. Me he esforzado y nunca he dejado de pintar.

P. Usted es de Mula. El pintor Pedro Cano dice que en los sitios pequeños también se hacen grandes cosas.
R. En mi caso, es que además mis grandes referentes, Pedro Cano y Ramón Gaya, son de Murcia, y parece que eso está mal visto. La gente dice, “a mí me ha influenciado fulanito, que está en Nueva York”, y algunos te miran por encima del hombro porque digas que tus referencias son dos ‘murcianicos’. Yo estoy muy orgulloso de eso porque es la pintura que he mamado.

P. Tampoco hay que formarse muy lejos. Usted estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Murcia.
R. Sí, porque por entonces aquí no había facultad de Bellas Artes, y eso de irme a Granada o a Valencia me daba mucha pereza. En Artes y Oficios había un gran nivel y aprendí mucho; aprendí a dibujar, que es lo más importante, es la base de toda la pintura.

P. El tópico dice que para ser excepcional, además de dominar la técnica, el artista debe ser un personaje excéntrico.
R. Chiflados hay en todos los gremios. Es cierto que tenemos una sensibilidad distinta para percibir el mundo que nos rodea, pero eso no nos hace especiales ni más excéntricos que el resto.

P. Y se mire como se mire, no se puede decir que el mundo que nos rodea vaya bien.
R. Sí... Cuando veo la prensa, sufro mucho con las desigualdades que hay. Me hierve la sangre. En España estamos viendo cosas que hace años eran impensables. Es cierto que había mucho especulador, y ahora piensas, “se lo merecen”, pero hay otra mucha gente que no ha especulado ni ha vivido por encima de sus posibilidades, gente que ha trabajado mucho y lo está pasando mal, y le quitan la casa... Estoy desencantado de la política, no hay colores, ninguno soluciona nada.

P. ¿La pintura puede dar respuesta a todo eso?
R. Con la pintura te puedes evadir. Cuando pinto, estoy pensando en otra cosa; si pintara pensando en cómo está el mundo, me saldrían unos cuadros horribles. No creo que se puedan solucionar los problemas
con la pintura, pero se puede crear belleza. Así es como lo veo yo. Hay gente que hace una pintura provocativa... A mí me gusta crear algo que no existía, como un bodegón que en apariencia pasa inadvertido, y a partir de ahí crear algo bello. Ese es mi granito de arena, darle al mundo un envoltorio más bonito.

P. No suele pintar personas. ¿No le interesan?
R. He pintado alguna pero no es lo que más me interesa ahora mismo. Lo bueno de la pintura es que hoy digo esto, pero a lo mejor mañana me viene un flash y me tiro quince años pintando personas. También
me gustaría hacer más cuadernos de viaje, pero cuando viajo pienso más en el turismo gastronómico; me gusta mucho. Por ejemplo, la semana que viene me voy a Asturias y ahora sólo pienso en la fabada y en la sidra.

Perfil
Antonio “Nono” García es un artista reposado y humilde, como muchos de sus bodegones. En ellos, los vasos de cristal, los cacillos metálicos y los platos de cerámica, que no parecen darse mucha importancia, se
nos muestran bajo una luz suave que los envuelve y que diluye sus contornos. En las maneras del pintor se adivina la misma perplejidad que transmiten los objetos de sus cuadros al sentirse observados: “Me alucina que la gente me llame para hacerme entrevistas. ¿A quién puede interesarle lo que yo diga?”.


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Crisis de valores y de sistema.