miércoles, 9 de noviembre de 2011

CURB YOUR ENTHUSIASM - LARRY DAVID (De comedias televisivas. 3ª parte)


Para acabar con las entradas dedicadas a la comedia televisiva, hoy hablaré de una serie que en verdad se llama “Curb your enthusiasm”, pero que en España recibe el nombre de su creador y protagonista principal: Larry David. Desconozco la razón de este tipo de cambios o adaptaciones de títulos, pero bueno, los españoles somos así. En un intento de traducción literal del título original al castellano, debería llamarse “Frena tu entusiasmo”, “Relájate un poco” o, en un lenguaje más actual, “No te flipes”.

Larry David: escritor, humorista, irreverente.
CYE (siglas del título original) me llegó también por consejo familiar y, siendo quizá más “dura” que The Office, me entró más rápidamente. A esto pudo ayudar el hecho de que la serie de Michael Scott y sus subordinados me hubiera ayudado a superar la “depre-post-Friends”, lo que me dejó ya mentalmente preparado para afrontar el choque directo con las paranoias Davidianas (algo así requiere preparación). Como decía el otro día, The Office y CYE me gustan por igual, me gustan mucho y, siendo distintas, ambas tienen en común su carácter rompedor y novedoso junto con un humor fino, irónico y por momentos surrealista, además de que las dos prescinden de las risas que solemos escuchar de fondo en casi todas las comedias de la tele (generalmente tampoco me importa mucho lo de las risas). Siguiendo con la comparativa en otros aspectos (que no se inclinará a favor de alguna de las dos sino a favor de ambas), The Office tiene como principales novedades el concepto y la temática pero con una manera de hacer un poco más clásica, mientras que CYE tiene una temática algo más tradicional pero aporta una novedosa manera de hacer.


Jeff Green (Jeff Garlin) y Larry David: juntos son pura comedia (separados también).

Me explico: como dije el otro día, en The Office asistimos a un falso documental sobre la vida cotidiana de los trabajadores de una empresa cualquiera, en la que los actores unas veces interactúan con la cámara y la miran directamente, y otras se sumergen en sus quehaceres y sus problemas olvidando que les graban sin parar. Esa presentación de la serie como algo que no es una serie, creo que es bastante rompedora. Además de buenos actores y buenos directores, detrás de todo ello existe un elenco de grandes guionistas que se reúnen y que exprimen sus cerebros al unísono para crear ese inmenso y divertidísimo universo de personajes, líneas argumentales y diálogos, que luego los actores deben memorizar e interpretar de una manera más o menos tradicional (aunque siempre puedan aportar cosas de su propia cosecha). Por su parte, en CYE asistimos a una serie sin el planteamiento de falso documental, es decir, que al igual que en las series convencionales, aquí la cámara no existe y no es visible para los protagonistas. Gracias a ello nos podemos colar en la vida “cotidiana” de Larry David interpretándose a sí mismo, y pongo entre comillas lo de “cotidiana” porque si alguien tuviera una vida así, seguro que saltaría por la ventana.

En algún fregado se ha metido/se está metiendo/se va a  meter Larry David.
La gran novedad de CYE, según yo lo veo, se encuentra en la manera de hacer detrás de las cámaras: aquí no hay un grupo de guionistas ni tampoco hay diálogos escritos en un papel, lo “único” que hay es un genio creador como Larry David, que se sienta a escribir la historia para un episodio durante días (no sé cuántos), y que plasma esa historia en un relato muy detallado de hechos y situaciones pero sin una sola línea de diálogo. Sabiendo eso de antemano y viendo la serie, viendo las movidas en las que se mete este buen hombre, viendo las conversaciones que mantienen los personajes entre sí y la manera de interpretar de los actores, para mí CYE adquiere un valor excepcional y se convierte en una serie televisiva realmente singular. Es que la cosa tiene miga: Larry David no les da a los actores un papel con el diálogo que tienen que memorizar, sino que les plantea la escena como en un cuadro, y les dice el lugar de partida y el lugar al que se debe llegar. Todo sale después de manera más o menos natural, fruto de la improvisación en cuanto a las palabras concretas que deben conducir a la historia al lugar que quiere su creador. No entiendo mucho de música, pero CYE podría equipararse al Jazz: cada capítulo es una pieza que pareciendo 100% improvisada o 100% premeditada, realmente no es ni una cosa ni la otra. Hablando de nuevo de The Office, me encantaría estar presente (sin molestar, en silencio) en una de esas reuniones de guionistas y poder contemplar semejante maquinaria creativa en acción, y hablando de CYE, me encantaría poder leer uno de esos textos de ocho o nueve páginas escritos por Larry David que, llevados a la práctica de manera tan brillante, genera un episodio en su falsa vida cotidiana.

Larry David junto a su mujer en la ficción: Sheryll David (Sheryll Hines).

Cuando hablamos de CYE y de su temática, nos referimos a la vida de Larry David. ¿Qué hay de verdad y qué de ficción en la serie? Salta a la vista que la vida de este hombre no puede ser así porque, tal y como he dicho antes,  es imposible que a una misma persona se le planteen todas esas rocambolescas situaciones y que no quiera suicidarse o retirarse a un monasterio. Vayamos a la parte real: Larry David interpreta a Larry David de verdad, en cuanto que escritor y humorista. Salido de Brooklin y co-creador de Seinfield, antes de su gran éxito televisivo Larry se ganaba la vida mal que bien como cómico de monólogos en los clubes neoyorkinos, y según él mismo admite, cocinó muchos de sus shows desde el recelo y casi el odio abierto hacia la gente rica. Mientras iba por las calles de la gran manzana pensando en qué momento cruzaría la línea de la pobreza, anticipando el día en que se quedaría sin un centavo y tendría que vivir como un sin techo, Larry contemplaba cajeros automáticos, portales de edificios y rincones donde tal vez podría llegar a hacerse un hueco y tener su hogar. Ver a este hombre en un monólogo en aquellos años debió de ser toda una experiencia. Según cuentan, siempre prescindía de los formalismos sociales, del “hola, buenas noches, cómo están ustedes” y del “gracias por venir”. De hecho, alguna vez se marchó del escenario nada más subirse en él, porque no le parecía que la atención del público fuera la que él estimaba o por dios sabe qué paranoias más. Realmente peculiar.

Susie Green (Susie Essman): maldiciendo a Larry David  y a su marido Jeff por una trastada que han hecho los dos.

Judío en la teoría e irreverente en la práctica, Larry David me recuerda a veces a Woody Allen y a sus cosas, a sus ideas sobre la vida y la gente, sobre las relaciones entre las personas, sobre los tópicos y los convencionalismos. Tiene firmes convicciones y si cree que algo no es justo o no entra en su lógica, es capaz de defender su postura hasta las últimas consecuencias. La verdad es que en cada capítulo le pasa de todo… La estructura de los capítulos es aparentemente anárquica: se abren varias historias una tras otra, sin conexión entre ellas, y por en medio además ocurren hechos que pueden tener importancia en el desarrollo posterior de los acontecimientos o no tenerla. En un momento dado las historias se entrecruzan y finalmente sucede como en el juego de ir hinchando un globo poco a poco y pasárselo al de al lado: el globo (casi) siempre le explota a Larry David en la cara. No pocas veces le maldicen y le insultan, y todo por meterse en berenjenales, ya sea por voluntad propia, por voluntad de terceros o por la fatalidad del destino. Larry David es el protagonista, pero junto a él intervienen varios personajes habituales además de un elenco de secundarios de lujo, muchos de ellos actores de primera fila que se interpretan a ellos mismos y que seguramente se parten el culo en los rodajes. Los habituales son Cheryll David (Cheryll Hines), que es su esposa, Jeff Green (Jeff Garlin), que es su representante, Susie Green (Susie Essman), que es la mujer de aquel, y Richard Lewis, humorista amigo de Larry y que hace de él mismo. También salen bastante Ted Danson y su mujer haciendo de ellos mismos. Apréciese que el que no se interpreta a sí mismo, al menos sí conserva su nombre de pila original, igual que en The Office. A lo largo de las siete temporadas emitidas han salido un montón de personajes famosos, todos con papeles geniales: Mel Brooks, Martin Scorsese, Shaquille O’Neal, Ben Styler, David Schwimmer, Christian Slater, Joe McEnroe, Meg Ryan y hasta Pau Gasol, que aparece de pasada mientras Larry está viendo un partido de los Lakers en el Staples Center. Y por supuesto, también aparece todo el reparto de Seinfield con Jerry Seinfield a la cabeza. En los episodios de CYE se retrata la vida de la alta sociedad de Los Ángeles, las fiestas y las frivolidades que tanto odio despertaban en aquel joven cómico neoyorkino que se dedicaba a los monólogos. Con ese escenario y semejante interlocutor, está claro que hay mucha, pero que mucha miga encerrada en Curb your enthusiasm, muchos momentos memorables y cierto carácter minoritario o alejado de las grandes producciones, lo que le da un toque de “comedia de culto” o “de autor” bastante atrayente. Por no hablar de su atrevimiento en muchos temas, su lenguaje en ocasiones duro y su estilo abierto y crítico, lo que hace que mire a la HBO (Home Box Office) con muy buenos ojos. Detrás de las cámaras también hay buenos profesionales, como Bob Weide o David Steinberg, quienes también participaron en Seinfield o en Friends.

Larry y su amigo y humorista Richard Lewis: discuten igual delante y detrás de las cámaras.

Una última recomendación en cuanto a comedias televisivas es “The Big Bang Theory”, una serie muy buena pero que, al llegar justo en el apogeo de The Office y CYE, no he visto detenidamente. Es muy buena aunque responda de manera más fiel al sentido de comedia tradicional: escenarios, diálogos escritos (muy buenos) y risas de fondo. También es divertida, con su punto ácido y unos personajes muy interesantes, en especial el de Sheldon Cooper (Jim Parsons), un físico teórico superdotado, friki y de carácter muy anguloso. Hay que verla.

Otro pieza de los buenos en "Big Bang": Sheldon Cooper  (Jim Parsons).


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Crisis de valores y de sistema.