viernes, 9 de marzo de 2012

"La huelga general no es la mejor solución..."

Eso dice Soraya Sáez de Santamaría, y yo he decidido rebajar la calificación de sus declaraciones a nivel de bono basura, que no sé muy bien lo que significa pero suena fatal. ¿Sabe exactamente lo que es una huelga? La Real Academia define "huelga" como "interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta". No se concibe como una solución sino como un derecho, que además viene recogido por la Constitución de 1978 y que, hasta la fecha, es intocable. Se ejerce precisamente cuando el encargado de encontrar soluciones, que es el Ejecutivo, no las encuentra, o cuando las aplica contra la voluntad mayoritaria de los trabajadores. Soraya, reflexione y mírese un diccionario antes de hablar.

En este clima extraño, en esta creciente sensación de culpabilidad colectiva, en este síndrome de Estocolmo permanente en el que vivimos, ya nos sucede como al niño al que dejan sin merienda y encima apalean. Y encima le quieren convencer de que es la única opción posible. Y encima le dicen que es por su bien. Y encima le recomiendan que no proteste, porque protestar "no es la solución". Los acontecimientos me hacen creer que ese niño hambriento y apaleado que somos nosotros, la sociedad, se está creyendo toda esa cantidad de mierda que le meten con embudo. Estamos agachando la cabeza y vamos a terminar dando las gracias porque no nos pegan más fuerte. Qué miedo.

Eso es, ni más ni menos, lo que nos está pasando. Las medidas de recorte de derechos, los agravios, se suceden uno tras otro y van llenando el barreño de nuestra incredulidad como un grifo que gotea; lentamente, pero sin descanso. Lo llenan y según parece, van transformando la incredulidad en complejo, el complejo en ensimismamiento, y ya hay a quien le pinchas y no le sale sangre. Todas estas medidas, que empezaron a aplicarse con el anterior gobierno, son una cantidad de mierda intragable, un engaño, un insulto a nuestra inteligencia. Seguimos como hormigas descabezadas o con la cabeza arrastrando el suelo, que no sé qué es peor, mientras nos siguen dando motivos para saltar. Y no saltamos.

Así que, Soraya, tanto que se ha hablado del lenguaje últimamente, úselo usted con corrección y maneje los conceptos apropiados. La huelga no es la solución, y si la fuera, tendrían que hacerla usted y sus compañeros gobernantes. La huelga no es la solución ni debe serlo, pero que alguien me diga que no están invocando acciones peores día sí, día también, cuando nos dejan sin comer y nos pegan en el culo con su guante blanco. Y más si pensamos que con esa misma mano con la que nos pegan, es con la que aplauden la aprobación de la nueva reforma laboral y con la que están acariciando en el lomo a los mercados, a la economía especulativa, a la corrupción y al fraude.

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Crisis de valores y de sistema.